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Manuel Tolsá

Manuel Tolsá sigue vivo para los habitantes de Ciudad de México por ser el escultor que creó el famoso y sarcásticamente apodado El Caballito. Enviado como emisario del rey de España para imponer el neoclasicismo. Este iba a ser el estilo oficial contrarreformista de la corona y, de hecho, de toda la sociedad civilizada. Su trabajo no iba a ser fácil. Pero, contra todo pronóstico, triunfó.

Manuel Vicente Tolsá Sarrión (1757–1816) nació y se educó en España. Estudió arquitectura y escultura en Valencia y Madrid. En 1790, el rey de España lo nombró director de la recién creada Academia de San Carlos en Ciudad de México. Al año siguiente, llegó con cajas de libros, copias en yeso de esculturas clásicas del Museo del Vaticano y las herramientas de un arquitecto experto.

Al llegar por fin a Ciudad de México, el gobierno municipal le nombró supervisor de los sistemas de agua y desagüe de la capital, que se inundaba con frecuencia. Se puso a trabajar en la reforestación de la Alameda Central y poco después se vio involucrado en casi todas las obras públicas de importancia. Esto se prolongó durante el resto de su vida.

Su estancia en Ciudad de México duró sólo 25 años, no obstante, marcó un prolífico periodo de obras públicas destinadas a contrarrestar la inminente presión del creciente movimiento independentista. De alguna manera fabricó muebles, altares para iglesias y cañones de fundición. Abrió una casa de baños, construyó carruajes y estableció un horno. Y todo ello de forma secundaria a los grandes proyectos de construcción de la época.

Tolsá murió en 1816. Ni siquiera la ruptura con la corona española pudo dividir el cálido aprecio de la ciudad de México por el artista y constructor. Enterrado en la iglesia de Santa Veracruz, fue trasladado más tarde a San Fernando. El Museo Manuel Tolsá profundiza y conmemora su vida y obra.

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